viernes, 9 de noviembre de 2012

NUESTRO DÍA, NUESTRO TRABAJO ES ORACIÓN



En este mes de Noviembre, muchas son las personas que dedicamos especialmente oración por  todos los difuntos y  a las Benditas Almas del Purgatorio.
Allí donde Dios nos ponga, bien durante un paseo meditas,  y estás en oración.

Es en ese momento cuando hablo con Dios y le presento a tantas personas que en estos días, ansiosas muchas de ellas por la perdida de un ser querido,   tienen el deseo de saber de ellos o de comunicarse con ellos,  acudiendo tristemente a personas que diciéndose espiritistas, videntes, cartománticos y demás,  buscan una respuesta,  un contacto.
Alejadas tristemente de la Iglesia por las razones que sean, van como ovejas perdidas sin pastor que las atienda.
Llegan a gastar incluso una fortuna.   No conocen la maravilla de la oración, la paz que Dios por medio de la Santa Misa  se nos regala.   Desconocen  tanto bien.
Dios me ha puesto en el camino algunos casos.   Un niño.  Su mamá me decía preocupada que su hijo veía a un señor. El niño describía exactamente  a su abuelo que nunca conoció.
Ella acudió a hablar conmigo porque me veía siempre en la Iglesia,  no sabía que hacer.  Somos amigas y vecinas.   Por aquella época se había formado un grupo de oración.   Ella no podía venir sin embargo con la ayuda de DIOS,  le regalé un rosario,  una imagen de la Santísima Virgen y que rezara con Fe.  No hagas otra cosa más que orar y cuando puedas acude a un Sacerdote.     Al tiempo, supe que el niño estaba  bien,  según su mama,  y todo volvió a la normalidad.
Nuestro deber como cristianos es estar atento a todo,  porque Dios nos presenta situaciones y pruebas.   En ellas debemos de abandonarnos en sus manos y dejar que el actue.  Nosotros somos sus instrumentos.    A veces no es necesario ni salir de casa, porque  una llamada de teléfono puede ser alguien que confiando en ti pide ayuda,  bien para resolver algún trámite o algún consejo.   También  a menudo me despierto  sobre las tres de la madrugada.   Y es en ese preciso momento cuando  rezo bien la DIVINA MISERICORDIA o  lo que el Señor me guié.
No se muy bien por qué,  bueno, si lo sé.   Obedezco simplemente,  nada tengo que decir,  obedezco y todo lo dejo en sus manos.   
Esta imagen que he puesto,   es el momento de retiro que busco cuando Dios me lo pide.   A veces puede ser un paseo en bicicleta,  o caminando.   Dios sale siempre al encuentro.   El  nos conoce,  nos llama.  No mira profesiones ni carreras.
Y cuando eso sucede.  Ocurre que hasta fregando los platos estás en oración y ese trabajo lo ofreces por algún alma que más lo necesita.
Nuestro día, nuestro trabajo es oración que unida a los sufrimientos de Jesús por todas las necesidades del mundo.  Sólo Dios sabe,   Todo en sus manos.
 

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